domingo, 7 de marzo de 2010

¿POR QUÉ SEGUIR?

Chile nuevamente ha sido sacudido por desastres naturales. En la historia larga de la Tierra son eventos mínimos y casi anecdóticos, pero en lo que se refiere a la “historia humana” y especialmente la historia colonial y republicana de nuestro país (de la que tenemos registros de cronistas e historiadores) estos desastres corresponden a momentos fundamentales en la vida de nosotros, tanto individual como colectivamente. No todos, no puedo generalizar, pero una importante mayoría del país se ve afectada y fracturada en su alma por estos eventos. Nuestra personalidad se homologa a las fallas geológicas, que como la corteza fragmentada, presenta una dicotomía. Esta enfrenta lo mejor y lo peor de nosotros como seres humanos y chilenos. Es en estos momentos cuando nuestras pasiones se rebelan y revelan notoriamente. Así el asco, la admiración, el odio, la compasión, el miedo y la fortaleza se suceden vertiginosamente golpeándonos al unísono con la multitud de réplicas que nos recuerda nuestra fragilidad y al mismo tiempo nos exacerba nuestro instinto de conservación.

¿Por qué la gente quería volver con incomprensible ímpetu a Chaitén?, ¿Por qué la gente no huye de las zonas afectadas, cuando el materialismo no es excusa al haberlo perdido todo? ¿Qué nos impulsa a seguir viviendo en este país o nos impide a dejarlo?. Hay millones de razones para irse, ya pienso en muchas para dejar Santiago, incluso en momentos de normalidad. Aún así, creo que puedo identificar dos en este momento que no caen en el chovinismo (sin perjuicio de que existan más) y que nos impulsan a seguir: Tenemos la certeza que saldremos adelante, el espíritu se eleva y nos hace querer una tierra que de tiempo en tiempo pone a prueba nuestro temple. La segunda razón va en la línea de la primera: Somos depositarios de un legado que corresponde a la esperanza de una gran cantidad de muertos que pensó que esta era la tierra en que ellos querían vivir. Nosotros debemos dignificar esos sueños truncados, fortaleciendo las virtudes y grandezas que gracias a estos desastres de tarde en tarde nos afloran. Ese es a mi juicio nuestro mejor homenaje y es lo que le debe dar sentido a nuestra existencia futura en este territorio.

2 comentarios:

ahoratodostusolo dijo...

Buenos motivos que pasan por alto las leyes del mercado, los parámetros que nos permiten predecir como actuarán las personas pretendiendo megasatisfacer sus necesidades. En definitiva son las razones que expresan que somos humanos, frágiles pero poderosos en cuanto nuestra voluntad es, ha sido y será siempre capaz de mover montañas.

Me conmoviste viejo.

Rabinsignificante

Claudia dijo...

Aún se me apreta el corazón cada vez que recuerdo lo ocurrido en la madrugada del sábado 27. No recuerdo alguna sensación parecida antes. Más aún, tratar de trabajar esa noche con la cabeza fría y reprimir una angustia que crecía con las horas al no saber de mi gente. Sentiamos que era algo grande pero no dimensionabamos la gravedad. A una semana de la catástrofe, con números e imágenes que dan cuenta de lo desolador y triste que fue, agradezco estar viva (con susto pero viva), ver que mi familia está bien y por sobretodo tenerte conmigo. Y me quedo como tú dices, con la certeza que saldremos adelante, y que el país se levantará como muchas veces lo ha hecho. Mi esperanza de que se aprenderá de los errores, mi profunda admiración y reconocimiento por quienes se fueron aferrados a los suyos, tratando de salvarlos, muchos sabiendo que vivían en zonas poco seguras pero asi y todo, en la tierra en que ellos querían vivir, como bien mencionas. Somos un país de contrastes, que de vez en cuando nos prueba, pero que nos obliga a ser fuertes y levantarnos, valorando aún más cada metro cuadrado reconstituido. ¿Por qué seguir? en mi opinión por eso hay que seguir. T.A.M